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Prostituidas en las calles de Zaragoza bajo un juramento vudú-juju
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Prostituidas en las calles de Zaragoza bajo un juramento vudú-juju

jueves 01 de febrero de 2018, 13:19h

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Las víctimas eran captadas en su país de origen aprovechando su precaria situación económica y con la promesa de una vida mejor en el continente europeo. Las mujeres eran obligadas a ejercer la prostitución bajo amenazas y coacciones y vivían sometidas a un juramento vudú-juju por el que se comprometían a pagar la deuda contraída por venir a España y a no denunciar a sus explotadores ante la policía.

Agentes de la Policía Nacional, con la colaboración sobre el terreno de analistas de Europol y de la Unidad Nacional de Europol en España, han liberado a dieciséis mujeres de origen nigeriano obligadas a ejercer la prostitución en las calles de Zaragoza. Las mujeres eran captadas en sus países de origen y viajaban hasta Europa bajo la promesa de una vida mejor. Una vez en España eran obligadas a ejercer la prostitución hasta que saldaran la deuda y vivían sometidas a un juramento vudú-juju por el que comprometían a pagar la deuda contraída y a no denunciar a sus explotadores. Han sido detenidas once personas que conformaban una organización criminal asentada en Europa, principalmente en España, Italia, Alemania y Dinamarca. Todos los arrestados ingresaron en prisión por orden judicial.

Desde Nigeria a España bajo el engaño de una vida mejor

La organización criminal captaba a las potenciales víctimas en su lugar de origen (Benin City, Nigeria), con la falsa promesa de una vida mejor en el continente europeo desconociendo que la verdadera finalidad del viaje era la explotación sexual.

Las mujeres captadas eran sometidas a un juramento de vudú-yuyu por el que se comprometían a pagar la deuda contraída y a no denunciar a sus explotadores ante la policía. Este método, utilizado por las organizaciones criminales con las mujeres originarias del África occidental, pretende controlar a las mujeres bajo la amenaza de muerte para ella o para sus familiares de no cumplir con ese compromiso.

Una vez captadas, la fase de traslado se realizaba vía terrestre por las rutas que atraviesan distintos países africanos hasta su llegada a Libia, donde eran internadas en campamentos. Allí eran custodiadas por un miembro de la organización hasta que conseguían el cruce a Europa, esta vez por vía marítima, utilizando embarcaciones en condiciones inseguras y hacinadas que las transportaban hasta costas italianas.

Cuando llegaban al país transalpino eran otros miembros de la organización quienes se encargaban de su alojamiento, siempre en circunstancias penosas, a la espera de ser trasladadas hasta España, concretamente Zaragoza.

Explotadas bajo el control de su madame

Una vez en territorio español, las víctimas eran entregadas a su madame iniciándose su esclavitud sexual. Las mujeres eran reubicadas en pisos de la organización que estaban habilitados tanto para el alojamiento de las víctimas como para su uso con clientes. Allí sufrían un continuo trato vejatorio y vivían bajo amenazas sufriendo maltrato físico y psicológico.

Las mujeres eran sometidas a largas jornadas de explotación en la calle, hasta altas horas de la madrugada, bajo condiciones higiénicas sanitarias precarias y expuestas a todo tipo de peligros. Al terminar, debían entregar el dinero obtenido de su explotación sexual a su madame como parte del pago por la deuda contraída.

Una vez obtenida toda la información, los agentes establecieron el correspondiente dispositivo operativo y procedieron a la liberación de las dieciséis mujeres. Además arrestaron a once personas como presuntos autores de un delito de trata de seres humanos.

Rito “Yuyu” o “vudú”

Este rito es originario del África occidental y está muy extendido en la actualidad en Nigeria, Benin, Togo y Ghana. Se trata de un sistema social de normas y costumbres, anterior a la instauración del sistema de derecho de la colonización anglosajona, y consiste en realizar una serie de prácticas supuestamente mágicas o de brujería en las que se sacrifican a animales. Las víctimas aceptan su plena subordinación y obediencia bajo la amenaza de su muerte o la de sus familiares.

Estas ceremonias sientan la base del ejercicio de control sobre las mujeres durante todo el tiempo que dura la explotación. El “yuyu” funciona como un mecanismo de control que ayuda a garantizar su fidelidad y permite controlarlas simplemente a través de conversaciones telefónicas. Por ello, no es necesario que las madames estén en el mismo lugar físico en el que la mujer está siendo explotada, siendo esto una característica diferencial entre la Trata de Seres Humanos de origen nigeriano respecto a la de otras nacionalidades.

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