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Dámaso Rodríguez, "El Brujo"

Por Daniel Arocas
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dnlarocasgmailcom/9/9/15
miércoles 22 de octubre de 2014, 12:32h

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Se cumplen 22 años de la fuga de uno de los criminales más peligrosos que ha tenido España. El 17 de enero de 1991 Dámaso Rodríguez Martín, apodado ‘El Brujo’ aprovechaba un permiso especial penitenciario para no volver a la prisión y sembrar de sangre las montañas de Tenerife.
“El brujo” cumplía condena por asesinato, violación, hurto de arma de fuego, tenencia ilícita de armas y conducción ilegal.
Los hechos se remontan al 8 de noviembre de 1981, en el monte tinerfeño de Las Mercedes cuando una pareja es sorprendida dentro de su vehículo por Dámaso, que ni corto ni perezoso le descerraja tres disparos a Baldomero con una pistola 9 mm que le había robado a un militar. Seguidamente viola a la chica en la zona trasera del vehículo.
Dámaso era conocido por su carácter conflictivo, irascible y agresivo y cuando bebía era peligroso, podía pelearse con cualquiera, aunque al parecer su carácter no fue siempre así, algunos vecinos que le conocieron achacan ese cambio a su paso por la legión y probablemente al consumo de drogas. No se le conoce profesión alguna, siempre había estado en contacto con el campo. Ya desde pequeño se dedicaba a la agricultura y al cuidado de ganado. Empezó a delinquir de joven; numerosos robos le llevaron a la cárcel. Cuando escapó de la justicia supo donde ir: al monte que le vio crecer. Su duro carácter, su gran conocimiento del medio natural y su formación militar como legionario le hacían poderoso y las fuerzas de seguridad sabían a lo que se enfrentaban. Se desplegó un gran dispositivo policial entre Guardia Civil y Policía Nacional para la busca y captura del criminal como pocas veces antes había ocurrido en la historia negra de España.
Como era de esperar ‘El Brujo’ escapó hacia el monte y en su huida mató a una pareja de ancianos alemanes que practicaban senderismo. A la mujer, la viola y la estrangula con sus propias medias. Los cuerpos fueron encontrados por la Guardia Civil en una posición en la que parecieron pedir clemencia.
Este “Rambo” tinerfeño conseguía sobrevivir como consecuencia de los asaltos a viviendas y cuevas-refugio que perpetraba, de donde sustraía comida y otros utensilios. Se atrevió incluso a entrar en la casa de sus suegros de donde robó una escopeta de caza. En otro de sus asaltos, agredió sexualmente a la propietaria de una vivienda de El Batán.
Unidades del Equipo de Rescate e Intervención en Montaña de la Guardia Civil seguían de cerca al criminal pero no lograban dar con él, aunque le iban cercando. Al fin lo acorralaron. Se encontraba en el interior de una casa. Cuando los agentes intentaron entrar, fueron recibidos a tiros de escopeta. Tras un intercambio de disparos, lograron entrar. Dámaso se había suicidado disparándose un tiro en la cabeza.
Los hechos dejaron una profunda huella en la memoria colectiva de los lugareños, que en la actualidad aun recuerdan con pavor.

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