En los últimos días, cuatro personas han sido acusadas de espionaje y brujería dentro del propio Estado Islámico. Algo que la organización terrorista no ha dejado pasar…
Los primeros ajusticiamientos tuvieron lugar en el distrito de Fataieh y fueron difundidos en vídeos colgados en páginas web afines a la rama libia del autoproclamado califato.
En el primero, Rushdi Agila Omran al Masuri, de 43 años y vestido con un mono naranja, confiesa haber realizado labores de espionaje en favor de las milicias islamistas que asedian Derna.
En cuanto al segundo, Mohamed Tayib Ali al Amri, de 23 años y con el mismo mono -similar al de los presos de Guantánamo-, es fusilado tras confesar que había ocultado un cargamento de armas.
En otro de los vídeos que fueron grabados en Sirte, del jeque Muftah Buseta al Warfali, un clérigo salafista es arrestado y acusado de espiar en favor de las tropas afines al Gobierno libio de Tobruk, reconocido por la comunidad internacional.
Asimismo, el Estado Islámico informó de la crucifixión también en Sirte de un imán sufí de 84 años, Said al Madani, al que un tribunal jihadista de la ciudad en la que nació el derrocado dictador Muamar al Gadafi condenó por brujería.
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